lunes, 18 de julio de 2011

¿Qué es el fracaso escolar?
 Fracaso escolar se entiende normalmente el hecho de no lograr el título académico mínimo obligatorio de un sistema educativo. En el caso español, se habla de fracaso escolar para referirse a quienes no obtienen el título final de la Educación Secundaria Obligatoria (ESO), que se obtiene tras cursar con éxito 10 cursos de educación obligatoria. Previamente, se consideraba fracaso escolar a quienes no obtenían el título de Graduado Escolar, que se lograba tras cursar con éxito ocho cursos de Educación General Básica (EGB). No debe confundirse con el abandono escolar temprano, indicador que también incluye a quienes terminan la educación obligatoria con aprovechamiento, pero siguen estudiando (en el caso español el abandono escolar incluye a quienes fracasan en la Educación Secundaria Obligatoria y además, a quienes logran el título y no estudian FP, Bachillerato o cualquier 
Causas del fracaso escolar
Las causas del fracaso escolar las podemos agrupar en tres tipos: las que tienen que ver con el propio estudiante, con el sistema educativo o con factores socioeconómicos ajenos al sistema educativo. Entre los motivos relacionados con los estudiantes contamos con los que puedan ser sus necesidades especiales, que les dificultan seguir ciertas materias, y los que tienen que ver con su motivación. En cuanto a los factores relacionados con el profesor, están su capacidad para atender a la diversidad o los métodos didácticos que emplean. En cuanto a los centros, cabe destacar la importancia del clima escolar, así como la autonomía para gestionarse. Los rasgos del sistema educativo, como financiación, educación más o menos comprensiva, carrera docente, horarios, etc. también se consideran características relevantes para explicar el fracaso escolar.
En cuanto a los factores extraescolares, cabe destacar la familia y el mercado de trabajo. La familia influye al menos de dos formas; por un lado, criando al niño en un medio cultural similar al del sistema educativo. Por otro lado, con su preocupación y supervisión sobre el trabajo escolar de sus hijos. El mercado de trabajo puede influir en la medida que hace más atractivo para los jóvenes no esforzarse en terminar sus estudios, pues saben que podrán encontrar un trabajo sin necesidad de título.
Los expertos sobre fracaso escolar discuten sobre cuáles de estas causas son más importantes y cómo se pueden remediar.
¿Por qué del fracaso escolar?
En la etapa  joven existen  muchas dudas  aún sobre cómo se dirigen la vida  y como se va construyendo el futuro,  y uno de los  elementos  que figuran dentro de esta  edificación es el escolar, que no sólo puede ayudar o afectar al joven en sí mismo, sino que el ámbito escolar repercute en  distintas esferas: en la familiar, en el  núcleo escolar,  incluso en las  actividades sociales.
La disciplina que la escuela al adolescente –joven  es una disciplina de constancia  que se imponen en uno de los momentos donde las inquietudes surgen de forma indeterminada, y en la que muchas veces otras situaciones acaparan el espacio y el tiempo para la empeño escolar. Es por ello que los jóvenes muchas veces se enfrentan al denominado fracaso escolar, que si bien es una responsabilidad  de  mayor porcentaje  en la voluntad del joven,  también es  una responsabilidad social para los  familiares, para los pedagogos y para los especialistas del área académica.
Pero qué es el fracaso  escolar,  cuándo se vive o se  experimenta; porque la sola palabra <fracaso> es muy dura e impactante, tal vez connota a una derrota y en este momento es cuando surgen las ambigüedades que pueden hacer  que los jóvenes se depriman y se sientan rendidos.
El fracaso escolar se ha identificado cuando un adolescente no es capaz de alcanzar  el nivel de rendimiento medio esperado para su edad y nivel pedagógico, es decir, que puede no estar cumpliendo con los requisitos de la tarea escolar, cuando el comportamiento es demasiado inquieto  y descuida las responsabilidades del orden del aprendizaje.
Cuando en una etapa determinada no ha desarrollado los elementos de aprendizaje para los cuales ya se le capacitó. 
El proceso enseñanza-aprendizaje es uno de los momentos en el que joven debe aprovechar toda esa energía para encaminar su capacidad intelectual al desarrollo del conocimiento; las causas que determinan el denominado fracaso escolar son múltiples, sin embargo las más observadas y estudiadas por los especialistas son dos: los trastornos del aprendizaje y los trastornos emocionales. Los trastornos del aprendizaje se enfatizan en dispositivos como la dislexia, las alteraciones sensoriales, la psicomotricidad,  y enfermedades físicas que pueden constituirse como barreras para tener la concentración necesaria en el desarrollo del aprendizaje.
Los trastornos emocionales se encuentran en la esfera más profunda para desprender el fracaso escolar, puesto que entran las influencias que más proyectan de forma intangible y donde todos los elementos antes  mencionados [familiar, pedagógico, social] se  conjugan para provocar depresiones, angustias, sentimientos de inferioridad, falta de confianza y autoestima, además del conglomerado de adicciones que cada vez se reproducen más.

¿Cómo evitar el fracaso escolar?
Una de las recomendaciones es la no severa y excesiva carga de perfeccionamiento,   no culpabilizar sólo a una de las partes, observar  como es el desempeño escolar y cuando sea  el  momento del reconocimiento hacerlo llegar pronto. Los seres humanos necesitan de la confianza de los demás, y ante la falta de reconocer  los esfuerzos los trastornos emocionales vienen y retoman al adolescente en un momento en el que no sabe qué camino es de su elección.                  


TRATAMIENTO
Al tratar de manejar adecuadamente las problemáticas que nos ocupan, los padres y los adultos en general deberán evitar caer en la trampa de que lo importante es que el niño "haga sus tareas y tenga buenas notas". Porque lo fundamental es que éste tome conciencia de que es alguien capaz y que dispone de recursos intelectuales. Así, aunque el ayudar al niño en las tareas puede eliminar el sufrimiento de ser mal evaluado académicamente (tendrá notas aceptables), se contrapone con desarrollo de un adecuado valor social personal. En cambio, al lograr superar los problemas que este trabajo le implica, el niño se sabrá automáticamente bien evaluado en cuanto a valor social personal.
Deducimos entonces, que toda ayuda en estas actividades debe ser restringida lo más posible. Y en el caso que el niño presente dificultades o deficiencias para cumplir con las exigencias académicas, se requiere darle la asistencia que le facilite la tarea, pero con las prevenciones ya dichas.
En consecuencia se procurará justamente que el niño tome conciencia de sus propios recursos. Tenemos entonces que enfrentados al problema del niño que requiere ayuda, el primer requisito es el que debe trabajar sólo, y la persona que va a ayudar (la madre u otra) no debe estar en la misma sala. En el caso de que ello no fuera posible, se mantendrá alejada del niño en otro extremo de la pieza haciendo cualquier otra cosa.
Se instruirá al niño diciéndole que en adelante trabajará sólo y únicamente si siente que no sabe podrá llamar por ayuda, que es bueno que trate de resolver por si mismo las dificultades, que él es capaz de hacerlo solo con un poco de esfuerzo, u otras expresiones similares. Y que, si efectivamente no puede, entonces que venga a preguntar. Y si hubo que auxiliarlo, en cuanto se ha resuelto el problema de que se trate, se deberá dejar inmediatamente al niño solo, confirmándole que se sigue a su disposición.
Ahora bien, si se lleva mucho tiempo ayudándolo, habrá que proceder tomando ciertas precauciones. En primer término, se restringirá paulatinamente el resolverle las dificultades (nunca de golpe). Además, es necesario evitar que el niño interprete esta actuación como una de rechazo o de abandono o de crítica. Habrá que insistirle en que se confía en que, de a poco, el podrá hacerlo cada vez mejor. Son útiles, pretextos tales como "es urgente que yo haga esto otro" (la tarea personal en que se enfrasque la persona como pretexto para que el niño trabaje solo).
Las condiciones de la ayuda que proponemos, que les permite salvar su exoestima, viene a ser muy distinta de lo que se entiende corrientemente y consiste en:
  • Dividir la problemática que enfrenta el niño en partes o pasos mínimos y muy simples ordenados según el desarrollo que se requiera para lograr aquello de que se trate.
  • Tomar de éstas la primera o cualesquiera de las primeras (nunca comenzar por aquello que demanda de pasos previos y que el niño no maneja bien) y plantearle al niño como cree que debe hacerlo o cual es la solución que se le ocurre para ella.
  • Normalmente el niño, si se ha simplificado a fondo la problemática, supera sólo cada uno de los pasos. Si eso no ocurre, el ideal es hacerle preguntas que lo lleven a encontrar la solución. Ésta saldrá de boca de quién ayuda sólo en última instancia.
  • Resuelto cada paso satisfactoriamente por el niño, habrá que hacerle tomar conciencia de que usó sus propios recursos. Expresiones tales como: "ves que sabías?", "lo hiciste solo", "yo no te ayudé", son necesarias para que su exoestima y su seguridad en si mismo se afirme. Aunque es indispensable la parsimonia, evitando que ello pase a ser un caudal de alabanzas.
En todo caso, recordemos que el reprender y cualesquiera de las otras expresiones de desagrado expresadas por los adultos, molestos a causa de las dificultades que les ocasiona el niño deben ser suprimidas de manera radical. Porque, insistimos, a mayor emergencia del niño menos posibilidades de colaboración y de aprendizaje adecuado.
En cuanto a los niños que se niegan abiertamente a estudiar y cumplir con sus deberes escolares con la convicción de es legítimo el rechazo del estudio y de las obligaciones pertinentes (resultado de la consigna de que lo adecuado es hacer sólo lo que les gusta), los padres y adultos habrán de proceder directamente en contra de ello. La solidez que allí muestren es fundamental y el no aparecer atemorizados en la creencia de que es una suerte de pecado el contradecir los supuestos imperantes a que nos hemos referido. En efecto, es absolutamente necesario que con serenidad, pero con firmeza, les hagan saber que es obligación de todos los niños estudiar y que además, de no hacerlo lo van a pasar muy mal de adultos (en el lenguaje que corresponda y que obviamente cada progenitor conoce).
En suma, se planteará sin tapujos obligaciones y exigencias a los niños y adolescentes. Y si es necesario, habrá que obligarlos a estudiar.
Lo que no tiene por qué consistir ni en abusos de autoridad, ni en un proceder arbitrario, siempre que se tenga respeto por la persona del niño o del adolescente y en general, se obre de acuerdo a las 4 reglas en relaciones humanas (ver DISCIPLINA Y BIEN COMÚN).



PREVENCIÓN
El gran instrumento para estimular el gusto por el estudio y el rendimiento académico es el interés que demuestren los padres por estas actividades y, en especial, el reconocimiento de logros y éxitos de sus hijos en el área. Pero, cuidado!, este debe ser medido porque si se exagera lleva al niño a vivir en un estado de tensión y emergencia muy negativo. En otras palabras, si los padres aparecen excesivamente impacientes o preocupados, el niño no va a gozar del trabajo escolar y se corre el riesgo de que se trasforme en una suerte de tormento.
En todo caso, el mejor estímulo es en realidad indirecto. Y está dado por el efectivo interés de los padres en lo académico, el que se refleja en forma inadvertida en sus conversaciones, inquietudes y esfuerzos, decantando normalmente en la cantidad de literatura (libros, enciclopedias, etc.) que se tenga en el hogar. El mecanismo que influye en el niño en estos casos corresponde a la adquisición de valores, el que acciona especialmente por la vía de la imitación, en especial de los adultos. Para el efecto, bastará con que la acción de estos sea concordante con sus principios, que se manifestarán naturalmente, entre otros, en los comentarios que surgen en los distintos momentos de la vida familiar.
De todos modos, los padres deben combatir con firmeza desde los primeros años los absurdos de las filosofías imperantes en educación y en el área psicológica. Además de tener presente que los niños tomarán los valores que se viven en el hogar sin mayor problema, siempre que las relaciones con los adultos sean satisfactorias. Ellas comienzan desde luego por el respeto y consideración por el otro y las restantes reglas para buenas relaciones humanas. Es así como los sermones estarán demás, aparte de ser inservibles y contraproducentes. En suma, para prevenir problemas de escolaridad es indispensable que el niño adquiera desde pequeño los valores del esfuerzo, de la responsabilidad y del conocimiento (en oposición clara a los valores hedonistas ya comentados).